miércoles, 3 de febrero de 2010

Malditos humanistas

La sociedad en su conjunto no puede dejar de pensar de manera evolucionista-positivista. Porque más allá de que aún se critica esta manera de pensar, siempre existe la idea aún implícita de que esta nueva idea, nueva manera de pensar será mejor. Sigo insistiendo en la involución; del ser humano, del mundo, de la forma de pensar. El estructuralismo con sus Post y sus Anti fija la mirada teórica en el discurso, haciendo de él la materia u objeto. Éste supuesto "mirar más allá", nos mueve de la realidad en busca de otras realidades; podría decirse, más objetivas. Ésta manera de ser del mundo y la teoría como un camino a seguir (un sólo camino) parte de la idealización de una visión, la visión Occidental-Europea. Y es ésta búsqueda de la verdad (una y occidental) que nos aleja de la verdadera realidad, de lo que podríamos llamar la verdad, de lo palpable, de lo "real". Creo que la primer premisa que encuentro es que ese pleno conocimiento del mundo es inalcanzable. Como seres humanos debemos entender que nuestra realidad excede nuestras capacidades. Y no es que no todo tiene explicación, sino que hay cosas que NOS son inexplicables. Y creo que por eso, por nuestra incapacidad (o el descubrimiento de ella) es que desviamos la mirada al discurso. Entendiendo que tanto él como el lenguaje mismo son construcciones humanas. Entonces, en nuestra eterna manifestación de amor propio, de nuestra repetida intención de autodeterminarnos dueños del mundo; nos estudiamos a nosotros mismos, diciendo que ésto es el mundo su realidad; ya no sólo lo que vemos es la realidad (ver para creer) sino lo que decimos, lo que nombramos. Transformamos, entonces el lenguaje no sólo en un elemento comunicador, sino el el formador dle mundo que nos rodea. Creamos el mundo con nuestras palabras, y las palabras de las palabras. Llevándonos otra vez al génesis, pero ésta vez dando cuenta de nuestro nuevo dios, nosotros mismos. Lo performativo de nuestro pensar es entonces, la constante revindicación de nuestro reinado. Y creemos en éste nuevo dios más que en el de los cielos. Es ésta nuestra victoria sobre le mundo, destruirlo y crearlo a nuestra imagen y semejanza.

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