lunes, 20 de diciembre de 2010

Lenguaje "GONZALERO"

Mirando las entregas surgieron preguntas y la noción de que cierto lenguaje nos era más ameno. "¿Puede el lenguaje referirse simplemente a la materialidad?¿O el lenguaje es también la condición misma para que pueda decirse que la materialidad aparece?" (BUTLER, Judith, Los cuerpos que importan, pag 58) Y a la vez, hacer una maqueta "gonzalera" me garantiza un buen destino?
Frente a ésto encuentro dos proyectos que a mi criterio dan cuenta de una búsqueda personal. No se si realmente estamos frente al "Lenguaje de Parque Patricios"; pero al fin, no es la ciudad una sumatoria de nuestros dichos arquitectónicos (errados o no)? La pretención de encontrar de manera objetiva un lenguaje ¿no nos pone "por arriba de las cosas", fuera de ellas?
Creo por ello que de alguna manera la búsqueda personal es el camino; arraigada a la Tierra, a la gente, al Cielo. Una búsqueda que germina desde nuestras experiencias. El lenguaje es entonces MI lenguaje, empapado de lo que me rodea, causa y efecto del entorno. No es ni moderno, ni posmoderno ni "patriciano" ni "gonzalero". Es PROPIO. Cualquier otra pretensión cargada de supuesta objetividad niega todo esto; y la mera repetición de lenguajes conocidos no es más que un impedimento.


Más allá de cualquier omisión, creo que los trabajos de Backhaus y Mansueto muestran claramente esto. Un lenguaje personal junto a una propuesta de vivienda SUBjetiva. Tal vez entender la vivienda no es más que eso, entender de que manera queremos vivir.


atte.
ROMA

domingo, 28 de febrero de 2010

creyentes

Pareciera que a partir de la razón la raza humana dejó de creer. Derribó a sus dioses, su mitología; para mirar objetivamente la realidad. Todo debe ser comprobable científicamente. Prueba y error. Existen regulaciones para todo. Medimos, contamos, clasificamos, regulamos, etc; según parámetros objetivos.
Pero, ¿No es acaso ésta mirada una construcción performativa de nuestro alrededor? Es decir, construimos reglas para intentar comprender la realidad; y lo que no es regulado por ellas decidimos que no pertenece, entonces, a nuestro objeto de estudio. Expulsamos del mundo lo que no pertenece a nuestro conjunto limitado de razonamientos científicamente comprobados. ¿No ponemos, entonces, la fe ahora en éstos procedimientos, en la razón como el nuevo dios y la ciencia como el dogma incuestionable? Y transformamos a los conductores científicos en los nuevos párrocos, vamos a los médicos, psicólogos y teóricos a que nos digan que hacer, a que nos digan quienes somos. Y creemos en sus palabras casi ciegamente, religiosamente. No nos animamos a cuestionar la "objetividad". Tememos ser llamados irracionales, locos, idiotas. Y vivimos con sus reglas, dejando de lado todo acto NO racional. Así también juzgamos a los otros y extendemos éste evangelio hasta lo último de la tierra.
Creo y hasta denuncio (si de algo sirviese) la inexistencia del nihilismo.
Todos creemos en algo, tanto que vivimos para ello.
Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

lunes, 15 de febrero de 2010

Esquicio mental

La autodeterminación de nuestra identidad está dada por rasgos característicos de la persona o es formada por la cultura. Y si ambas son las que la determinan, ¿De qué manera inciden? ¿Puedo concientemente separar lo que es mío propio de lo que me fue dado? ¿Acaso ésta clasificación no estaría también siendo formada por la cultura que ya está dentro mío, haciendo que sea imposible discriminar objetivamente?
Consecuentemente, la búsqueda de la no regla se transforma en la nueva regla o en una antiregla formada a partir de ella. Foucault dice que no podemos salir de la norma, ¿Será así? Podría ser que el primer paso para el exilio sea el reconocimiento de la misma y la aceptación que partimos desde ella hacia otro destino.
Planteo la existencia del error y de la falta de inteligibilidad humana como base del análisis. Sin la aceptación de la equivocación como parte del planteo, el hombre se transforma en en regulador y legitimador de sus prácticas.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Malditos humanistas

La sociedad en su conjunto no puede dejar de pensar de manera evolucionista-positivista. Porque más allá de que aún se critica esta manera de pensar, siempre existe la idea aún implícita de que esta nueva idea, nueva manera de pensar será mejor. Sigo insistiendo en la involución; del ser humano, del mundo, de la forma de pensar. El estructuralismo con sus Post y sus Anti fija la mirada teórica en el discurso, haciendo de él la materia u objeto. Éste supuesto "mirar más allá", nos mueve de la realidad en busca de otras realidades; podría decirse, más objetivas. Ésta manera de ser del mundo y la teoría como un camino a seguir (un sólo camino) parte de la idealización de una visión, la visión Occidental-Europea. Y es ésta búsqueda de la verdad (una y occidental) que nos aleja de la verdadera realidad, de lo que podríamos llamar la verdad, de lo palpable, de lo "real". Creo que la primer premisa que encuentro es que ese pleno conocimiento del mundo es inalcanzable. Como seres humanos debemos entender que nuestra realidad excede nuestras capacidades. Y no es que no todo tiene explicación, sino que hay cosas que NOS son inexplicables. Y creo que por eso, por nuestra incapacidad (o el descubrimiento de ella) es que desviamos la mirada al discurso. Entendiendo que tanto él como el lenguaje mismo son construcciones humanas. Entonces, en nuestra eterna manifestación de amor propio, de nuestra repetida intención de autodeterminarnos dueños del mundo; nos estudiamos a nosotros mismos, diciendo que ésto es el mundo su realidad; ya no sólo lo que vemos es la realidad (ver para creer) sino lo que decimos, lo que nombramos. Transformamos, entonces el lenguaje no sólo en un elemento comunicador, sino el el formador dle mundo que nos rodea. Creamos el mundo con nuestras palabras, y las palabras de las palabras. Llevándonos otra vez al génesis, pero ésta vez dando cuenta de nuestro nuevo dios, nosotros mismos. Lo performativo de nuestro pensar es entonces, la constante revindicación de nuestro reinado. Y creemos en éste nuevo dios más que en el de los cielos. Es ésta nuestra victoria sobre le mundo, destruirlo y crearlo a nuestra imagen y semejanza.

sábado, 16 de enero de 2010

el se justifica, yo me justifico, nosotros nos justificamos

La búsqueda de identidad termina por convertirse en la legitimización de nuestras acciones. Como no podemos explicar lo que nos pasa, lo negativo en nosotros que no podemos redimir, lo legitimamos. Es en realidad la fuente de nuestras acciones, nuestro interior, que por medio de lo que podríamos llamar conciencia, nos marca el camino. Cuando no logramos cumplir con nuestras expectativas, que no dejan de ser nuestras, lo legitimamos por medio de la sociedad. Lo puro, es innato en nosotros, pero a la vez lo es lo impuro. El problema que surge es que la elección real del camino es nuestra. Somos nosotros los que nos dejamos influir por el entorno, los que nos alejamos de nuestra conciencia. Y el mayor problema es que alejamos a nuestros hijos, no dejándolos elegir y marcando sus pasos desde nuestros errores. Lo cual genera una constante negación de nuestra conciencia. Y ese es el mayor problema. Todos quieren dominar al otro, controlar. Cuando vemos que en realidad nuestras elecciones supuestamente libres, no son más que la antigua legitimización legitimandoce. Y esta acción en cadena opera en nosotros, en nuestros antepasados y en los que vendrán. Por ello creo que la real "rebelión" esta en las acciones que nacen de nuestra conciencia, pero siempre en control de uno mismo y no del otro. El primer gobierno a derrocar es la necesidad de aceptación social de nuestras acciones. Pero no entendiendo éste término en sentido individualista, sino creyendo realmente en que puedo ser capaz de hacerme cargo de mis acciones, dejar de culpar al otro y responsabilizarme. Razón ésta por la cual no lo hacemos; el liberarnos del resto nos deja toda la responsabilidad a nosotros. Y eso no es fácil para nadie. Más fácil es legitimizar mi accionar desde lo social, para terminar culpando a la misma sociedad de mis errores. He aquí la mayor evolución del hombre, su degeneración.